‘Mira, la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel’, que significa, ‘Dios está con nosotros’. (Mateo 1.23)
Nosotros, los Patriarcas y Jefes de Iglesias de Jerusalén, los saludamos a todos en el nombre del Bebé de Belén durante esta temporada santa y bendita de Navidad, la conmemoración del nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El nacimiento de Jesús no es un mero hecho histórico, sino un regalo perpetuo para toda la creación. Es la Encarnación del Verbo de Dios que habitó entre nosotros en forma humana para estar con nosotros, redimirnos y transformar nuestras vidas a semejanza de su gloria.
El nacimiento de Jesús y la celebración de Su Natividad son recordatorios constantes para todos nosotros de que Dios está con nosotros y siempre estará. A través de la Encarnación del Hijo de Dios, el Verbo hecho carne, el cielo y la tierra se unieron, y el Creador de todas las cosas, visibles e invisibles, fue envuelto en bandas de tela y colocado en un pesebre. Los cielos y la tierra se unieron porque Dios visitó la tierra en la carne y la convirtió en el estrado de sus pies, de modo que Él sigue siendo Emmanuel: “Dios está con nosotros”.
Este regalo trascendente y santísimo para el mundo es nuestra salvación y nuestra esperanza de no estar solos. La presencia de Dios con nosotros en todas las circunstancias es una fuente de aliento y sustento, especialmente en estos momentos excepcionales de la pandemia de COVID-19, la crisis económica, las injusticias y la creciente violencia contra los vulnerables y débiles. Expresamos nuestra solidaridad con todas las personas de todo el mundo que se han visto afectadas por la pandemia y sus múltiples implicaciones, en particular la gente de Belén y sus alrededores. Oramos para que la próxima vacunación contra COVID-19 pueda poner fin a la pandemia y volver a la normalidad.
La presencia de las comunidades cristianas, junto con otras comunidades de fe en Tierra Santa, sigue siendo una parte esencial del mosaico social, cultural y religioso de Oriente Medio. La reciente profanación de la Iglesia de la Agonía en Jerusalén no nos desanimará en la continuación de nuestra pacífica misión y testimonio cristianos.
Jesús nació en una época de angustia, violencia, exclusión y pobreza. Él ha compartido con nosotros la carne humana y sus limitaciones, excepto el pecado, para que por Su pasión, muerte y resurrección, todos tengamos vida y la tengamos en abundancia. El regalo de Dios para nosotros en estos tiempos difíciles trae esperanza, renovación y aliento a toda la creación, porque si Dios está con nosotros, entonces ¿quién está contra nosotros?
¡Aleluya! ¡Cristo ha nacido! ¡Glorifícalo!
Los Patriarcas y Jefes de Iglesias de Jerusalén.